terça-feira, 18 de agosto de 2009

AGUAS PROFUNDAS

Era un domingo gris muy temprano cuando timidamente un insipiente sol otoñal alcanzaba a despuntar en el horizonte y como de costumbre - cargada como una mula - intentaba bajar el alto médano de tibias arenas rubias. El día se presentaba espectacular con una suave brisa que revolvía mis grises cabellos enmarañados que había evitado peinar al levantarme, cuando ese robusto joven tan bien bronceado se me cruzó en el camino. Sorprendida por la insospechada aparición del muchacho, dejé caer mis zapatillas que las llevaba colgadas de sus cordones entre mis delgados dedos, y pegando un grito de alarma, me detuve en seco. - ¡No se asuste señora! Solo quiero darle una mano. ¿ Me permite que la ayude? - Si, podría ser. Pero mejor no. Le agradezco la gentileza pero siempre me las arreglo sola. – Respondí titubeando - - ¿De donde salió usted? Generalmente, hago este camino y jamás cruzó a nadie en la mañana. - Disculpe usted, pero tenía ganas de orinar y me vine al otro lado del médano. Y usted ... ¿Qué hace tan temprano en la playa? - ¿Y que piensa, puede hacer una vieja como yo en la playa a esta hora? - ¡Sí, ya sé! ... Su marido es pescador y viene a cebarle unos mates al viejo. - Pues tiene bastante ingenio, jovencito. Menos mal que ya estamos llegando ... Huyyy !!! Allí lo veo al borde del espigón. - Mentí por pudor - - Bueno, aqui le dejo su reposera y me voy – No sea cosa que se ponga celoso el tío. - Rrespondió el joven antes de despedirse - - Hey, espera que te convide con un a porción de biscochuelo. ¡Esta recién hecho! - No, gracias. Mejor que me vaya enseguida. Yo sé como son esos tipos cuando alguien se acerca a su mujer. - ¡Que muchacho éste! Mire que irse así, corriendo, sin decirme siquiera su nombre. No saliendo aun de mi asombro me quedé parada observando a los pescadores que recién terminaban de enrollar sus redes sobre la humeda playa. La marea ya estaba subiendo nuevamente y los hombres se apuraban a terminar su faena diaria. Algunas gaviotas y lobos marinos se acercaban a ellos en busca de comida y tan placentero me resultaba verlos que siempre lamentaba no tener una cámara de vídeo para registrarlos. De improviso, vi como unas grandes nubes esponjosas y grises se avecinaban, aunque no había indicios de lluvia sobre el firmamento y realmente eso me alegró, pues el calor ya estaba haciéndose notar. Mis tres amigas playeras eran bastante dormilonas y seguramente llegarían a la media mañana, asi que sin dudarlo me acomodé. Aprovechando la soledad de la playa para disfrutar de la calma matutina, abrí mi reposera y prepare el mate, deseando fervorosamente que el jovenzuelo que me asustó en la bajada no estuviera cerca y se diera cuenta de mi piadosa mentira. Hasta el momento mi bolso no lo había abierto para nada, pues el termo y el mate iban en el canasto por lo que decidí desatar ese extraño nudo marinero que siempre le hacia y a raíz de ello me rompí dos uñas. Lamentando profundamente mi torpeza me mandé un exabrupto de esos que se dicen vulgarmente. El bañero que recién llegaba a tomar su puesto, lamentablemente escuchó mi exclamación y respondió sorprendido. - ¡Que boquita! Por lo visto, se desayunó con jugo de flores la señora. Avergonzada por la observación de ese hombre, junté coraje y le respondí mas groseramente todavía. - ¡No sé que le molesta si a usted no se lo dije! - Bueno sería señora que se dirija a mí en esos terminos, si yo no le hice nada. ¡ Disculpe mi atrevimiento! Solo pasaba por aquí y como tengo dos oídos escuché. No fue mi intención juzgar su vocabulario. Mi mamá también suele desayunarse con jugos de flores o vinagre. ¡Buen día Señora! - respondió - intentando suavizar el mal rato y tratando de iniciar una conversación. - Buen día. ¿Quiere usted servirse un matecito caliente? - Y, si no me contagia su bronca sí. - Caso contrario prefiero seguir en ayunas. ¿No tiene miedo estar tan sola en la playa a esta hora? - ¡No, que va! ¿Qué puede ocurrirle a una vieja como yo que ha vivido toda su vida en libertad? - Si, es verdad. Esta playa es muy solitaria pero felizmente nunca pasó nada raro. ¿No tiene el diario del día? Me gustaría leerme el horóscopo. Si, déjeme que logre abrir este maldito bolso y se lo presto. Ante mi imposibilidad de desatar el ajustado nudo marinero el hombre sé ofreció para deshacerlo. Y así felizmente, pude encontrarme con el resto de mis pertenencias domingueras. Pero ...¿Qué es esto, se trajo toda la biblioteca encima? No, apenas son dos libros que tomé al azar antes de salir de casa. Fíjese, esta es una novelita romántica y este es él último ejemplar de mis Cuentos Cortos ... Para Viajes Largos y esa otra, es una vieja revista que tiene una linda nota sobre la farándula con comentarios sobre él ultimo festival de cine en Berlín. ¿Le gusta el cine a usted? Muy poco, mas me gustan las historietas y los dibujos animados. Pero, recién me dijo que ese era su ultimo libro, acaso es usted escritora ? Si. Por desgracia; pues con las palabras no se come. Si le interesa se lo regalo. Bueno se lo voy a aceptar pero hágale una dedicatoria así se lo llevo a mí madre que ella sí, es amante de la literatura. Tome una lapicera. - Así da gusto tener hijos. ¡Que rico! - Mire que llevarle un libro a la madre. Mil gracias señora y ahora me voy pues tengo que cambiar los banderines del control. Que tenga usted un muy buen día. Si necesita algo, mi nombre es Juan y estoy de guardia hasta las cinco de la tarde. ¡Si necesita algo! No dude en llamarme. Allí estaré en la escollera todo el día. Cuando el muchacho se retiró me acomodé en mi reposera intentando hacer unos crucigramas pero no pude concentrarme. ¿ Que habrá querido decir con sí necesita algo? El sol ya comenzaba a calentar lo suficiente como para sacarse la ropa, por lo que decidí comenzar por la blusa. Así fue que me quedé con mi impecable short blanco y el corpiño de la malla turquesa. Mas de dos horas pasé leyendo el suplemento literario hasta que llegaron Sofía con su inseparable perrito pekinés y Berta con su ridícula capellina de flores rojas, disculpándose como siempre por la demora. Los maridos de ambas se habían quedado en la confitería de la rambla conversando con sus amigos. Aprovechando que estábamos las tres solas, Sofía se dispuso a comentar las novedades de la semana. Por supuesto que yo, ya estaba enterada de todo pues Magda me había puesto al tanto de las andanzas de nuestra amiga por teléfono. De hecho, no era ninguna novedad que Javier pasara muchas horas del día jugando a las bochas en el club y tampoco que a ella, le gustaba mas la música y el arte que cualquier otra cosa. Pero lo real y concreto es que el marido de Sofía era un estúpido - decían sus amigos - y ella una intelectual sin remedio. A raíz de ello, la pobre Sofía siempre tenía que ir sola a las muestras de pinturas o encuentros literarios y también a los múltiples conciertos que la invitaban. Así fue que contando con nuestra discreción se despachó comentando lo de su nuevo hallazgo. Como era de imaginar, nada de lo que nos dijo nos resultó novedoso, pues bien, sabíamos, que ella, engañaba a su esposo desde hacia diez años y aunque queríamos ser imparciales, no lo conseguíamos. Aunque ella, siempre aseguraba que jamás, había engañado a su esposo concretamente. Solo buscaba hombres que hablaran su mismo idioma y con quien pudiera compartir sus tertulias culturales. Eso, le pasa a cientos de mujeres - pensé para mis adentros - por eso - valga la redundancia - nunca me quise casar. Y bien, la cosa es que la Sofía estaba en lo cierto, lo mejor que podía hacer era tener un amante de temporada. En verano siempre se buscaba alguien bien bronceadito y pintón a quien presentaba glamorosamente como su nuevo secretario. Y en invierno, prefería a alguien más recatado con estilo culto y bien vestido, pues no le gustaba pasar vergüenza por el ropaje de su amigo. El pobre Javier, se había quedado estéril a causa de un accidente automovilístico y su vida transcurría entre la fábrica de corpiños y las bochas. También le gustaban mucho los caballos por lo que algún fin de semana se iba al campo con sus hijos. Sofía, no queriendo sacrificar su buena posición económica, se tuvo que amoldar a las circunstancias y encontrar la manera de pasarlo lo mejor posible. La separación matrimonial era lo último que se le hubiera ocurrido a ambos, pues cada uno hacía lo que más le gustaba y también guardaban las apariencias ante la sociedad. Los hijos ya estaban grandes y nada los hacía suponer que su madre se sentía absolutamente sola e incomprendida por su padre, por lo que nunca intentaron abordar el tema con ninguno de ellos. Es mas, hasta la mayoría de las veces le recriminaban a Sofía que se pasaba tantas horas en los museos y salas de arte. A todo ello, nuestra amiga se bancaba filosóficamente todo lo que ocurría a causa de sus hijos que eran lo que ella mas quería. Después de todo, no lo pasaba tan mal pues los tres meses de verano, disfrutaba de su casa sobre el mar abierto y en invierno pintaba o escribía, dando rienda suelta a su imaginación, refugiada en su acogedora cabaña cordillerana, calefaccionada con una vieja salamandra de hierro fundido. Mientras nosotras conversábamos y tomábamos unos mates amargos "Cuqui" el perrito de Sofía, correteaba por la playa revolcándose por las cálidas arenas, todo el mundo sabía que era de ella, por lo que no había cuidado en dejarlo solo. Los niños felices hacían sus arquitectónicos castillos al borde del mar, mientras algunas señoras y señores "culo para arriba" sacaban almejas y las ponían adentro de un balde con agua salada. Siempre me gustó ver como se desesperaban haciendo pozos en la arena para capturar esas exquisitas delicias culinarias. Yo jamás lo hubiera podido hacer pues tengo las uñas muy frágiles. Bien, volviendo al romance de Sofía confieso que a mí me parece ridículo. ¿Qué podría hacer una veterana como nosotras con ese joven músico de rock? Mientras elucubraba dentro de mi cabeza que podría hacer yo con un joven treintañero, llegó Magda con su canasto cargado de frutas. Ella si que no tenía problemas de engorde con unas verduritas y manzanas pasaba el fin de semana sin morirse de hambre como nosotras. ¡Hola ricura! Saludó a los gritos desde lo alto del médano. Pero no había nadie respondiendo a su mano levantada, solo lo hacia para decir aquí estoy yo. Si, seguramente ustedes van a pensar que soy una chismosa pero no. Esa es la realidad de mis queridas amigas domingueras. -Disculpen chicas, pero la misa se extendió mas de la cuenta. Este curita nuevo se cree que las sabe todas y pasó mas de media hora hablando de moral y otras yerbas. ¿Pero que veo ... trajeron biscochuelo de chocolate a la playa? - Calla Magda, no lo digas a toda voz que los vecinos querrán que les convidemos un trozo. - alcanzó a decir Berta- intentando hacer callar a la otra que gritaba como una condenada. Aun, no se porque todo lo dice a los gritos, parece sorda. - ¡Cuéntame! Cuéntame por favor eso del cantante de tangos. -No seas ordinaria Magda y baja la voz. ¿Qué quieres que te cuente? Si ya lo sabes todo. Vos si que sos comedida. ¿Por qué andas divulgando por allí lo de mi romance veraniego? - No te lo voy a permitir Sofía, mira que hoy me he confesado en la iglesia y no pienso discutir contigo por ese tema. Si quieres comentarlo hazlo ahora y sino, calla para siempre. Después de todo a nosotras no nos interesa que haces con tu trasero. ¡Dame un matecito caliente Yanet por favor y dime a que hora has llegado! - Que más da la hora, creo que recién amanecía cuando me cruce con un joven que intentaba orinar allá en lo alto. ¡Eso no me lo comentaste! Se lo tenia bien guardadito la puritana. ¿Y que hiciste con el muchachito, le ofreciste un papel higiénico? - ¿Me parece a mí? O esto sé esta poniendo muy chabacano. - Si, es mejor que cambiemos de tema, voy a buscar al Cuqui y vuelvo. No me ocupen la perezosa. -¿ No me vas a decir que trajiste a tu perrito a la playa? - Sí. ¿Qué tiene de malo, acaso no venís voz y nadie te dice nada? - Churros ... ¡Churros rellenos! Churrero ... ¿Quieren unos churros señoras? - Sí, pero de carne y hueso por favor. - respondió la mojigata de Magda - y todos se largaron a reír. -Esta judía me tiene cansada. Siempre se manda alguna indirecta sarcástica. Ya me escuchará cuando vuelva con su perro bienudo. Yo traté por todos los medios de disuadirla para evitar males mayores pero Magda se quedó muy mal con la respuesta de Sofía. - No le hagas caso querida, bien sabes que no le gusta que le hablen mal de su perrito. ¿Pero a vos te parece que esa es forma de contestar a una amiga de su amiga? Eso me confirma que la judía esa es una atorranta. ¿Qué se cree esa arrastrada? Bueno chicas que haya paz en esta carpa. Recuerden que tenemos que dar el ejemplo. Si, no sé, de que ejemplo me hablan ustedes que se juntan con esa mujer tan ordinaria. Creo que mejor será que me baya a otro lado, no quiero amargarme el día con esa grosera de Sofía. Mira Magda, tú si que tienes un carácter muy belicoso. Bien sabes que "La Judía" como despectivamente la llamas, te aprecia mucho. Además, siempre justifica tus demoras o acaso no recuerdas que por culpa de la iglesia nos has dejado plantadas en varias oportunidades. Bien, para que lo sepas, ella, fue siempre la que se quedó sin jugar al Buraco o al Bridge por culpa tuya. - También ha pagado las entradas al cine y tu ni siquiera le has agradecido. Así que ahora, tienes que bancarte sus chistes groseros y sino, búscate unas nuevas amigas en tu iglesia. - dijo Berta - cansada de escuchar quejarse a Magda. - ¿Qué les parece si nos zambullimos un ratito? Parece que esta calientita el agua. - insinué para ablandar las tensiones – - Si, es mejor que nos refresquemos un poco. Hace mucho calor esta mañana. Vayan ustedes que yo me quedo a cuidar los bártulos, cuando Sofía vuelva iremos nosotras. - respondió Berta- prendiendo un cigarillo. - Bien, tu te lo pierdes. ¡Mira que buen mozo es el bañero! - Baaa... Con mirar no se hace nada, lo interesante es tocar querida. ¡Mira que bien equipado esta el muchacho! No se como se atreve a ponerse ese traje de baño. Yanet y Magda sonrieron por la ocurrencia de Berta y bajaron rumbo a la orilla del mar. En el camino se cruzaron con Sofía y su perro a quien invitaron a bañarse. Ya en la carpa con su mascota, Sofía recibió un rezongo de su amiga Berta por lo grosera que estuvo con Magda. ¿Esa mojigata ... Que se cree? Ni que fuera mas limpia y pura que nosotras. Eso es lo que me da bronca de las cristianas. Ellas se creen que tienen a Dios agarrado del fundillo y se la pasan sermoneando o criticando a todos. Ya me va a escuchar cuando vuelva. Yo soy la que elijo a mis amigas y no hago distinción de credos o ideas políticas pero esta cristiana me va a escuchar. - Deja la discusión para otro momento y ahora cuéntame lo del joven músico. ¿Qué tal? - Si, es mejor que me distraiga un poco pensando en algo interesante. ¿Te comenté que mañana tenemos una reunión en lo de Hansen? - No. ¿Y que, piensas llevar al conejito? - Si, pero no le llames así que tiene treinta y cinco años. Bueno, es una forma de decir, nosotras estamos pisando los sesenta y ya somos unas viejas conejas de raza. ¿Y como piensas presentarlo? - Muy simple. Como siempre, diré que es un amigo que llegó de lejos. Después de todo, no tengo porque dar tantas explicaciones. Es muy bien parecido, muy correcto en su vocabulario y, además, toca ese instrumento como los Dioses. ¡Que divino! Lastima que se va tan pronto el verano. ¿De que instrumento me estas hablando querida? Por lo visto aquí, no se habla de otra cosa. ¿Te fijaste el bañero que bien que está? Berta. ¡Tu siempre tan mal pensada! Federico toca muy bien el arpa y mañana nos va a deleitar con un concierto de película. ¿Quieres venir? Te invito. No. ¿Qué voy a hacer yo en esa casa? Bien sabes que Dorita no me simpatiza. Otra vez será. Y ahora dime. ¿Es verdad eso que me comentaste de tu marido? - Si, por lo visto los médicos le encontraron una infección en la próstata y parece que él pobre no va a durar mucho. Hay que llevarlo a l extranjero para operarlo. Aquí nadie se atreve a practicar esa intervención. Tal vez en un mes viajemos a España ya te lo confirmaré la semana próxima. ¿Quieres que nos demos un chapuzón? Sí. Aprovechemos ahora que las aguas no están tan profundas. Alcánzame la toalla por favor. No quiero que me vean estos antiesteticos rollitos. Cuando se dirigían a la playa, Javier se acercaba junto a sus dos amigos y antes de intentar zambullirse desde lo alto del espigón les propuso almorzar en el Carrito Costero. Las mujeres se miraron sorprendidas y sugirieron otro lugar mas elegante. El Cuqui viendo al patrón corrió a su encuentro, moviendo la cola de un lado a otro. Mientras caminaban por la arena caliente, el hombre sintió un fuerte dolor debajo del short y se sentó esperando que el imprevisto pasara. La mujer preocupada, intentó ayudarlo a levantarse pero el se negó a hacerlo. También Jorge, el amigo que lo acompañaba le ofreció su ayuda pero ya era demasiado tarde, la pierna de Javier se había entumecido por la contracción por lo que decidieron llamar a una ambulancia. Mientras llegaba el auxilio médico, la marea comenzó a subir y en pocos minutos el agua corrió a todos de la playa. Con gran esfuerzo arrastraron el cuerpo de Javier hacia lo alto del médano esperando a un doctor que viniera a auxiliarlo. Magda y Yanet, juntaron sus pertencias debajo de la carpa y se dispusieron a emprender la retirada. Sofía y Berta continuaban al lado de Javier y Jorge, pero la ambulancia no llegaba. Pasados quince minutos tomaron conciencia que lo de Javier era muy grave. La playa en menos de lo que canta un gallo, quedó desierta y el bañero nada podía hacer por el hombre que continuaba tirado sobre las arenas mojadas. De pronto una sirena se escuchó a lo lejos y el sonido de un arpa llegó a los oídos de Javier con una suave canción de despedida. Abriendo sus claros ojos, buscó a su esposa y ella le respondió entre lagrimas. ¡Las aguas están muy profundas! No intentes zambullirte ahora.

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