sexta-feira, 14 de agosto de 2009
Debajo del Alcornoque sentado estaba el poeta
esperando a su amada negras tardes de tormenta
allí pasó varios años sin dormir ninguna siesta
hasta que llegó el momento de terminar su historieta
El banco fue su amigo de tardes y mañanas viejas
su único confidente archivador de grandes penas
y acompañó en silencio sus madrugadas norteñas
cuando el calor abrazaba o el frio metía huella.
El banco hoy esta vacío de cuerpos y hojas secas
pero su piedra recuerda al poeta de la siesta
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